jueves, 27 de diciembre de 2012

Reflexiones (I)

     Creer en el destino es como creer en Dios. No puedes demostrarlo, ni tan siquiera puedes verlo. Sólo crees en ello porque quieres creerlo. Porque no te cuadra de otra forma, no te tiene sentido, al puzzle le faltarían piezas de otro modo.

     Pero si tan efímero es lo uno como lo otro, que exista gente que niegue la existencia de ningún Dios, pero sin embargo crea en el destino, esto es: que todos estamos predestinados a ser quien somos, a acabar como acabemos, a vivir una película que ya está escrita en algún sitio, es... es raro. 

     Personalmente, si me apuntasen con un Facebook y me obligasen a dar mi opinión al respecto, diría que creo que esa gente que no cree en Dios pero sí cree en el destino es... sospechosa de ser inteligente. Pero sólo sospechosa. Quizá al final de todo, y como pista del destino, todos nosotros sólo seamos un sueño de Resines...




Reflexiones absurdas de un 27 de Diciembre, f*ck you, Mayas!

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Escribe, gañán.