lunes, 12 de septiembre de 2011

Sucedió en Salamanca (I)

Voy al Mercadona, a hacer una pequeña y obligada compra (casi 20 euros me cago en mi puta vida de pobreza). Llego al término de mi consumismo y me pongo a la cola. Enfrente de mí, tres más que potables hembras, con una compra basada al 90% en cosméticos y comida basura. Yo espero mi turno, sin más.

Pero válgame la providencia, una de ellas comienza a cantar una canción:

-Mercadooonaaaa, yeeeah.

Sí, es la versión Mercadona del Everybody de los Backstreet Boys. No puedo evitar partirme el culo de la ilusión que me hace y, ella, no puede evitar darse cuenta de que la he oído. Me echa una mirada avergonzada y a la vez cómplice, una mirada como de "no quería que lo escuchases pero me alegra que conozcas lo que acabo de cantar, guiño guiño".

Pero en realidad ella no tiene ni la más remota idea de por qué me estoy riendo. La conversación - verbal o no, si en algún momento la hubo- termina ahí. No digas nada, no hagas que se pierda la magia.

Quien sabe, quizá mañana a la misma hora volvamos a encontrarnos...

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1 comentario:

  1. Me quedo con el croissant. Mejor dicho, con la caca que lleva dentro. Que a mí los croissants no me van mucho. Y el himno de Mercadona ni te cuento.

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Escribe, gañán.